Aquel tren subterráneo estaba
lleno en todos sus espacios, un numero ingente de personas viajan muy cerca
unos de otros, sintiéndose la respiración. La gente la miraba con recelo y
regañaba entre dientes sobre ella que ahí estaba, en el piso del vagón, sentada
en un rincón, abstraída y fuera de cualquier situación que sucediera a su alrededor. En su
cabeza ya no había lugar para pensamientos sin sentido, no podía dejar de
pensar en la razón del por qué la enviaron raudamente aquella mañana a casa
desde el colegio sin ninguna explicación.
En
aquella sección del tren todos la odiaron. Nadie, en absoluto fue capaz de
escuchar razones y mucho menos de formular preguntas. Al llegar a su destino,
desde donde habían solicitado su presencia, lo que temía desde hace ya largos
pensamientos. La nona, su nona sin la cual no se imaginaba, dejaba de
existir... Desde aquel día, todos los vagones fueron hostiles para ella.